miércoles, 25 de junio de 2008

Tipos de mundo ficticio creados por la literatura

La literatura utiliza el lenguaje para crear mundos ficticios a través de un procedimiento que se denomina verosimilización y que consiste en generar una ilusión de realidad ante el lector. Es importante, entonces, establecer con los estudiantes la diferencia entre el uso práctico y cotidiano del lenguaje, y la forma en que este se emplea en la literatura, esto es (a partir de los conceptos o categorías utilizadas por Jakobson), “…la literatura como actividad con un fin en sí misma, libre de todo condicionamiento o intención práctica, y, por tanto, como lenguaje no referencial, que no comunica nada más que a sí mismo” (Brioschi, 2000: 77).
Si bien cada mundo creado por la literatura difiere de cualquier otro, es posible establecer algunas categorías para clasificar determinados tipos de mundo. Esto significa que un conjunto de obras literarias responde a una serie de características que las hacen utilizar una misma estrategia de verosimilitud respecto del mundo que representan. Desde este punto de vista, podrían ser muchas las categorías para distinguirlos. El contenido III. 1 del Marco Curricular apunta a la lectura de obras literarias en las que se configuren mundos literarios de diversos tipos, señalándose como ejemplo “cotidiano, fantástico, onírico, mítico, utópico, marginal, etc.” (MINEDUC: Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios de la Educación Media, p. 46). Por su parte, el Programa de Estudio no solamente se refiere a tipos de mundo ficticio, sino también a los efectos que provocan (realista, fantástico y maravilloso). Sin embargo, esta categorización puede ser confusa y problemática, ya que no es posible establecer de manera tan taxativa la correspondencia entre tipo y efecto (cotidiano–realista, onírico–fantástico, mítico–maravilloso) cuando nos encontramos con obras, por ejemplo, del llamado “realismo mágico”, en las que lo mítico se mezcla con lo realista y lo maravilloso. De este modo, y preliminarmente, distinguiremos cinco categorías, tomando en cuenta la referencia curricular de la PSU: mundos cotidiano, cotidiano utópico, cotidiano de la ciencia-ficción, mítico y fantástico (onírico).



1. Mundo cotidiano:

Corresponde a todas las obras que utilizan estrategias destinadas a verosimilizar un mundo parecido a la realidad existente en la vida diaria. Una advertencia importante es que los estudiantes, desde esta perspectiva, reconocerían como único mundo cotidiano el que ellos viven a diario. Frente a esto, es relevante dialogar con ellos sobre los mundos cotidianos del pasado (trabajo que puede realizarse en conjunto con el subsector de Historia y Ciencias Sociales), con el fin de lograr que perciban la forma en que obras creadas en otras épocas también responden a la lógica de un tipo de mundo cotidiano, aunque sea diferente del actual. En este mismo sentido, pero a la inversa, si imaginamos un mundo cotidiano hacia el futuro, encontraremos funcionando las mismas estrategias de verosimilización.
El tipo de mundo que así se genera está íntimamente relacionado con el desarrollo del género histórico llamado ciencia-ficción, que crea una realidad posible desde las oportunidades que la ciencia actual otorga como proyección tecnológica en el tiempo. De ahí que consideremos al mundo ficticio de la ciencia-ficción como un tipo de mundo cotidiano, aunque independiente, debido al desarrollo de ese género histórico particular.
De esta misma manera, el tipo de mundo utópico también corresponderá a una proyección del mundo cotidiano, pero dirigido hacia una idea de sociedad que, aunque no es parte de la realidad, se asienta en las mismas estrategias de verosimilitud del mundo cotidiano. Además, al igual que la ciencia-ficción, este tipo de mundo se desarrolló a partir del género histórico del mismo nombre, inscrito por primera vez por Tomás Moro en el siglo XVI.
Dado que al mundo cotidiano se ha asociado el efecto realista, es que hemos optado por considerar ambas categorías (cotidiano o realista) como pertinentes para caracterizar este tipo de mundo. Sin embargo, en términos de nomenclatura, preferiremos trabajar con la categoría de mundo cotidiano.


2. Mundo onírico o fantástico:

Respecto de la noción de lo fantástico, señala Todorov: "En un mundo que es el nuestro, el que conocemos, sin diablos, sílfides, ni vampiros se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar. El que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de la imaginación, y las leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien el acontecimiento se produjo realmente, es parte integrante de la realidad, y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos. O bien el diablo es una ilusión, un ser imaginario, o bien existe realmente, como los demás seres, con la diferencia de que rara vez se lo encuentra (...) Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre (…). Lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural" (Todorov, 1987).
El nombre de este tipo de mundo, onírico, sugiere inmediatamente la asociación con el ámbito del sueño. Por eso muchas veces se comprende este concepto de una manera más limitada que aquella que se considera en el Marco Curricular. Se habla de “onírico” no porque se trate de todos los textos literarios que aborden el tema del sueño, sino porque esta categoría engloba a todas las obras cuya historia presenta quiebres con la lógica cotidiana que aparece en la vigilia, tal como puede suceder en los sueños. Cada vez que encontramos un texto en que algún hecho provoca la sensación de extrañeza, estamos frente a la representación de un mundo onírico o fantástico. Un cuento, por ejemplo, en el que el protagonista humano se transforma repentinamente en lobo, quebrando nuestras expectativas lógicas, evidencia la configuración de un mundo de este tipo.


IMPORTANTE: Cabe señalar que si un personaje que experimenta extraños sucesos, al final de su relato despierta y se nos da a entender que todo lo que se relataba antes era parte de un sueño, no estaremos en presencia de un mundo onírico (salvo dentro del mismo sueño), pues se entiende que al regresar al mundo cotidiano (despertar) se nos devuelve hacia el mundo cuya lógica conocemos. De ahí la importancia de vincular este tipo de mundo con la lógica predominante en él y no únicamente con los sueños, pues los estudiantes podrán preguntarse cómo puede no ser cotidiano soñar cosas fuera de lo habitual, si al despertar continuamos en nuestra lógica cotidiana. Es por ello que es necesario percatarnos de las estrategias de verosimilización que está utilizando determinado relato; si se nos da una explicación lógica de algún suceso extraño puede ser que estemos en presencia de un mundo cotidiano, pese a que en algún momento del relato se busque confundirnos. A modo de ejercicio, podemos buscar un texto en el que se rompa la lógica cotidiana pero luego se la recobre mediante alguna explicación (por ejemplo el despertar del personaje, como señalábamos, o un fundamento científico), para rastrear con los estudiantes hasta dónde se trata de un tipo de lógica y cuándo comienza otra. Recordemos que los textos literarios pueden presentar más de un tipo de mundo en su interior, de ahí la necesidad de trabajar con fragmentos específicos en que la lógica imperante se manifieste con claridad. Para que los estudiantes comprendan mejor el funcionamiento del mundo onírico o fantástico, resulta útil presentarles un texto que comience con una lógica cotidiana y de pronto presente un quiebre en ella. Es entonces cuando podemos ver si el texto se interna en el mundo onírico o fantástico, o si regresa posteriormente a la lógica cotidiana mediante alguna explicación lógica.

3. Mundo mítico:

A este tipo de mundo corresponden todas aquellas obras que presentan relatos de los cuales se deduce el origen de una cultura o un fenómeno de la naturaleza (por ejemplo, el origen de las estaciones en el mito griego de Deméter, o el del día y la noche en el mito náhuatl de Nanahuatzin y Tecuciztécatl). Dicho origen aparece ligado a la presencia de fuerzas sobrenaturales o divinas, ancladas en un imaginario específico, generalmente religioso (dioses, semidioses, héroes, por ejemplo). Por lo tanto, son relatos que fundan o se asocian a un determinado conjunto de creencias que fundan una comunidad. Al igual que con los mundos cotidianos del pasado, es importante trabajar con los alumnos y alumnas en torno a diferentes sistemas de creencias, con el fin de que sean capaces de distinguir los relatos relacionados con ellas. Por eso, es recomendable leer tanto mitos de la Grecia antigua, como los que fundan la cultura mapuche o los que explican el origen de la humanidad en el cristianismo. Dado que en este tipo de relatos la explicación para los fenómenos sobrenaturales es de origen divino, cósmico o místico, se postula que el mundo mítico es también maravilloso. A diferencia de lo fantástico, lo mítico o maravilloso, según Todorov, presenta un mundo que ofrece las explicaciones para el quiebre de la lógica realista. Sin embargo, este punto no logra resolverse del todo y ha dado lugar a muchas confusiones.
En consecuencia, es importante aclarar que la clasificación anterior es simplemente funcional y que, muchas veces, encontraremos la presencia de más de un tipo de mundo en un texto. Sugerimos, entonces, hablar de predominio de elementos de un tipo de mundo.

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